I.- Los pecados capitales.
El asunto de las pasiones humanas, cómo
gestionarlas, cómo sentirlas y vivirlas sin exceso; ha sido una
constante interrogante de nuestra historia como seres sociales. Cuál
es el punto justo, donde cualquiera que sea mi pasión, mi humor
(ese pus negro según ciertas tradiciones filosófico-religiosas y
luego retomada por la psiquiatría) puede ser ofrecido al otro, sin
que esto violente su propia subjetividad.
No siempre pasión y amor son sinónimos.
Así lo entendieron las religiones, que impusieron severas
restricciones al disfrute del cuerpo a través de mandamientos,
tablas caídas del cielo y en casos extremos, un ascetismo pleno y el
silicio. También así lo entendió la sociedad laica y civilizada,
al crear sistemas y espacios para el control pasional. Por un lado
los de carácter preventivo, como el destierro,
la sagrada familia o las escuelas; o los
de tipo punitivo, cuando el
desbordamiento fue inevitable como las prisiones y los psiquiátricos.
Lo cierto es que desde tiempos muy
antiguos, la pasiones han tenido un límite. No en balde -y tampoco
casual-, la base de la gran mayoría de los códigos civiles
modernos, postmodenos, post-postmodernos; son las normas religiosas
de cada cultura, que hacen hincapié en el recato ante la
voluptuosidad deseante.
Los pecados capitales son ejemplo perfecto
de ello. Su diferencia con otros pecados a los que somos propensos
los hijos de Dios, estriba según Santo Tomás, en que:
“Un vicio capital es aquel que tiene un
fin excesivamente deseable, de manera tal que en su deseo, un hombre
comete muchos pecados, todos los cuales se dice son originados en
aquel vicio como su fuente principal. […] Los pecados o vicios
capitales son aquellos a los que la naturaleza humana está
principalmente inclinada.”
La historia de estos pecados, que al inicio
del cuento eran 8, se remonta al monje Evagrio Póntico (345-399)
quien escribió en Sobre los ocho
vicios malvados, una lista de
ocho vicios o pasiones malvadas (logismoi
en griego) fuentes de toda palabra, pensamiento o acto impropio,
contra los que sus compañeros debían guardarse. Dichos vicios
fuente de otros pecados, estaban divididos en dos grandes categorías:
Cuatro vicios hacia el deseo
de posesión:
Gula y ebriedad (Γαστριμαργία,
“gastrimargia”), avaricia (Φιλαργυρία,
philarguria: "amor hacia el oro"), lujuria (Πορνεία,
porneia, lujuria,
"amor a la carne"),
vanagloria
(Κενοδοξία,
kenodoxia, "vanagloria, vanidad, egolatría").
Y otro cuatro, que son los vicios
irascibles, que -al contrario que los concupiscibles- no son deseos
sino carencias,
privaciones,
frustraciones:
Ira (Ὀργή,
orgè: cólera irreflexiva, crueldad, violencia); pereza (Ἀκηδία,
acedia: depresión profunda, desesperanza), tristeza (Λύπη,
Lúpê, tristeza) y orgullo o soberbia (Ὑπερηφανία,
uperèphania).
Los siete pecados capitales. El Bosco. |
En el siglo VI, el papa romano San Gregorio
Magno (circa
540-604), en su Lib. mor. en Job
(XXXI, XVII), revisó los trabajos anteriores para confeccionar una
lista propia definitiva reduciendo los vicios a siete, pues
consideró, vaya curiosidad y atrevimiento, que la tristeza era una
forma de pereza (si usté se siente triste, seguramente es por falta
de oficio).
Detengámonos un poco en las dos
categorías. La primera, habla de la posesión. Son vicios que
apuntan al deseo excesivo de poseer algo, que dentro de los controles
sería permisible. Nadie niega el comer, el beber, la necesidad del
dinero, las apetencias de la carne, o el amor propio. Pero cuando
éstos rebasan cierto límite (¿y quién lo demarca y demarcará?),
ya no se trata sólo de una necesidad, sino de un deseo de poseer en
desmesura y a cualquier precio.
Los otros pecados en cambio, provienen de
nuestras (humanas) carencias y frustraciones: nos enfadamos porque
algo nos falta (el despecho como ausencia de reciprocidad del ser
amado); nos quedamos arropados en la cama, porque carecemos de oficio
o de técnica para hacer algo; nos sentimos melancólicos por la
perdida de alguien o algo (como el luto), o nos creemos más por
tener menos (como los autoritarios).
De lo que se trata la vida entonces, es de
tener la temperancia
suficiente para mantener un equilibrio entre la posesión y la
carencia. Parece asunto fácil. La historia ha demostrado que no lo
es.
II.- El capital del pecado.
Para controlar y penar los pecados, se
recurre a la aplicación de su inverso como método de prevención y
castigo. Así contra los excesos de la posesión, se establecen
normas y códigos que limiten (e incluso supriman) la voluptuosidad.
Un ejemplo normativo, las horas establecidas para la comida,
rigurosas dentro de la familia, la escuela y también los reclusorios
de distinto tipo.
Contra las carencias, se establecen tareas
para llenar ese vacío: el trabajo y sus horarios, el ejercicio
físico, el tiempo normado del ocio: la normativa del tiempo en
general. Caso paradójico el de la ira: pues contra ella, se ejerce
la supresión del objeto de nuestra furia. La cárcel, los ancianatos
y manicomios de todo tipo, privan a
lo social del objeto perturbador (incluyendo nuestra mente, que es
anestesiada con fármacos); además de prevenir a lxs Otrxs, de
nuestras propias carencias y sus posibles excesos.
Una cinta de moebius que cual serpiente, se
muerde la cola: te privo de un exceso, por ende te genero una
carencia, y luego privo al mundo de tu posible exceso pecaminoso.
III.- El pecado represor.
Dentro de este sistema de excesos,
carencias y privaciones, la cárcel ha sido un ejemplo profusamente
estudiado. En el programa de NatGeo El
mapa del infierno, con la
exuberante conducción de un Danny Trejo muerto, una de las primeras
cárceles protestantes de EE.UU. es colocada como un ejemplo perfecto
de visión infernal moderna. Hace tiempo que Dante había pasado de
moda.
¿Pero qué pasaría, como pasa, si dentro
del recinto carcelario coloco en un mismo pabellón, sin distinción
de barómetro pecaminoso, a todos aquellos acusados de algún tipo de
lujuria? Ese pabellón existe y se le conoce, en la jerga turca como
Groom's Block.
En el país otonomano,
no debe ser poca cosa pasar un tiempillo en este purgatorio.
¿Cómo funciona el Groom's
Block? Todos
los allí recluidos han cometido lujuria. Es decir, y veamos las
acepciones: i) pecado producido por los pensamientos excesivos de
naturaleza sexual, o un deseo sexual desordenado e incontrolable; ii)
compulsión sexual o adicción a las relaciones sexuales; iii) el
adulterio y la violación; iv) pensamientos posesivos sobre otra
persona; v) un «vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito
desordenado de los deleites carnales» o; vi) el «Exceso o demasía
en algunas cosas». Al parecer, todos somos lujuriosos en algún
momento de nuestras vidas.
![]() |
El jardín de las Delicias. El Bosco. |
En
este recinto, metáfora no sólo de Turquía sino -lamentablemente-
del estado de muchas de nuestras sociedades -incluyéndonos-; tenemos
a un policía violador, a un retrasado mental (me disculpan la
expresión, pero así se representa al personaje en el filme) que no
puede contener sus impulsos ante nada; un par de ancianos que ya
olvidaron cuándo y porqué llegaron allí, y a nuestro joven
protagonista, cuyo pecado fue amar.
![]() |
Groom's Block. |
Obvio que
los pederastas no se mantienen ni en pie, ni en vida. Hasta los
pecadores más abyectos, tienen moral.
![]() |
Groom's Block. |
Se impone
en dicho bloque, una ley interna de esclavitud según un sistema de
castas, amparado por el director, donde un pran
proveniente de Homicidios y puesto allí para imponer orden, ejerce
la subyugación de las almas que ejercieron el exceso de posesión
(ahora almas que él posee, gracias a la soberbia, otro pecadillo
común). La carencia entonces, es la del orden cerrado. Una carencia
ejercida a través de trabajos forzados (combatir la pereza, evitar
la ira, etc), de la humillación constante (para evitar la soberbia),
la violación rapaz (para ahuyentar el deseo carnal y más bien
sentir temor ante el contacto físico con el otro); y otro sin fin
más de mecanismos en nada diferentes a los practicados, con más
civilidad, en las afueras del Bloque y también de la cárcel.
¿Qué
diferencia entonces, a quienes ejercen los roles: atacantes y sus
víctimas, inocentes y culpables, autoridades y sus sujetos de
dominio? Incluso, los parientes que vienen de visita a descargar su
ira por el bochorno provocado por la lujuria expuesta y la marca en
la frente que todos cargarán a cuestas; y el resto de la ciudad más
allá de los muros, que con su silencio cómplice y la condena que
hacen, preservan el sistema?
IV.-
El pecado represado
Se reprime
el deseo de posesión del Otro, con la impostura de una carencia. La
lujuria, se controla con la ira. La ira, se controla con lujuria,
avaricia y vanagloria. El sistema ha creado un método de control,
que nada tiene que enviarle al purgatorio: la eterna repetición de
los actos, del arco infinito de excesos y carencias.
Pero de la
ira, debemos cuidarnos Sancho. Desde su primigenia acepción, la ira
es un sentimiento no ordenado
ni controlado, de odio y enfado; y que se suelen manifestar como una
negación vehemente de la verdad -tanto hacia los demás como hacia
uno mismo-; impaciencia con los procedimientos de la ley y el deseo
de venganza fuera del trabajo del sistema judicial (llevando a hacer
justicia por sus propias manos); fanatismo en creencias políticas y
religiosas, generalmente deseando hacer mal a otros, y que incluye la
intolerancia hacia otrxs
por razones de raza, religión u orientación sexual, llevando a la
discriminación. Curiosamente, el gran Dante, basándose en que la la
ira es el único pecado que no necesariamente se relaciona con el
egoísmo y el interés personal (aunque uno puede odiarse y ser
irancundamente egoísta), describe a la ira como «un amor pervertido
por la justicia y devenido en venganza y resentimiento».
Como vemos, la ira es casi, la mamá de los
pecados modernos: genocidios, feminicidios, racismo, fanatismos de
todo tipo, y por supuesto, el ejercicio de la lujuria como exceso
hacia los otros.
![]() |
La ira. Tacinum Sanitatis. |
¿Pero cómo combatir una ira desparramada
entre reos de distinto tipo (imagine un policía entre lujuriosos; un
campesino ante un homicida serial); entre el sistema carcelario y el
Groom's Block; entre el director de la cárcel y gobierno local,
regional o nacional. Entre los reos, que son parte de tu familia
parental o social; y el resto de la sociedad, de la que forman parte
aunque se trate de negarlo?
![]() |
Groom's Block. |
V.- Tu pecado y la virtud.
Nos dicen los tratados religiosos, que a
cada pecado le corresponde una virtud. Ante la lujuria, la castidad,
entendida como el comportamiento voluntario a la moderación y
adecuada regulación de placeres y/o relaciones sexuales, ya sea por
motivos de religión o sociales. No se confunda con la abstinencia,
ni con esos castigos del suplicio, que penan al cuerpo por deseos de
la mente. Y ante la ira -ese demonio desatado, la hora loca, el
dibujo libre-, la paciencia,
actitud digna de sobrellevar cualquier contratiempo y dificultad.
Pero creo que siguiendo las virtudes
teologales, a los habitantes del Groom
y demás recintos; a los burócratas del aparto estatal controlador
(y represor), a la sociedad en general, que juzga según su voluntad
y dejar sus humores pútridos en chismorreos, abyecciones,
defenestraciones y cargas de culpa sísifas; nos convendría un poco
de templanza.
Si bien se receta para los casos de gula,
creo que de las virtudes es la más necesaria y lastimosamente, la
más escasa. Se entiende por templanza, a la moderación
en la atracción de los placeres y la procura del equilibrio en el
uso de los bienes creados. Se trata de asegurar el dominio de la
voluntad sobre los instintos y mantener los deseos en los límites de
la honestidad.
![]() |
Groom's Block. |
Con algo de templanza, no impondríamos
carencias ante los excesos; ni excesos institucionalizados ante las
carencias. Seríamos moderados, lo que implica un equilibrio entre
los polos y por ende, la ruptura de las dicotomías que nos sumergen
en el purgatorio. Seríamos honestos, que implica recato, justicia,
probidad, rectitud, y la capacidad de ser razonables ante los hechos.
Olvidemos para siempre la misericordia, esa
que al final uno siempre tiene por quien creía culpable y resultó
inocente y que termina en compasión. La misericordia no es más que
(y siguiendo al Diccionario de la RAE): i) un sentimiento que lleva a
la compasión; ii) un banquito dispuesto en las iglesias para
trampear el tiempo de la liturgia que deberíamos pasar de pie (el
disimulo legalizado por la arquitectura y el diseño de interiores,
lo que no es más que la hipocresía); y iii) el puñal con el que
solían ir armados los caballeros en la Edad Media para dar el golpe
de gracia a los enemigos.
![]() |
Diversas formas de Misericordia. Pieter Brueghel. |
Hay mucha puñetera misericordia suelta
-con puñales incluidos y banquitos para asistir al circo-; mezclada
con ira y el desborde del exceso lujurioso.
Volvamos a la templanza de los primeros
tiempos (y lo dice alguien que hace rato dejó de creer en señor que
habita lo cielos). Yo me niego, a habitar este Groom's
Block. No acepto la opción
clásica del sistema, de escoger entre lujuriosos o iracundos. No
acepto que al final del juicio final, venga un juez ciego (de ira, de
lujuria y sentado en su misericordia) a repartirme su compasión en
forma de derechos propios de mi subjetividad; a
convertir esa misma subjetividad (tanto la mía personal, como la de
nuestro cuerpo social) en una obra de misericordia: una pequeña
porción dada en caridad o limosna.
La templanza, como toda virtud, es
necesario ejercitarla.
Tráiler de Groom's Block
Referencias:
.- Dante Alighieri. La
divina comedia. Alicante :
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2012. Acceso en:
http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmchh6t0
.- Diccionario
de la Lengua Española. Real
Academia Española, edición Tricentenario: http://dle.rae.es/
.- Sobre los Siete Pecados Capitales:
https://es.wikipedia.org/wiki/Pecados_capitales