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La autonomía del comer. Sobre Candy Bar.

La autonomía del comer. Sobre Candy Bar , el más reciente documental de Alejandra Szeplaki.  Candy Bar , Alejandra Szeplaki, 2018 ...

sábado, 29 de julio de 2017

De la lujuria y la ira: excesos y carencias.

A propósito de Groom's block (Damat Koğuşu, İlker Savaşkurt, Turquía, 2016).


I.- Los pecados capitales.
El asunto de las pasiones humanas, cómo gestionarlas, cómo sentirlas y vivirlas sin exceso; ha sido una constante interrogante de nuestra historia como seres sociales. Cuál es el punto justo, donde cualquiera que sea mi pasión, mi humor (ese pus negro según ciertas tradiciones filosófico-religiosas y luego retomada por la psiquiatría) puede ser ofrecido al otro, sin que esto violente su propia subjetividad.
No siempre pasión y amor son sinónimos. Así lo entendieron las religiones, que impusieron severas restricciones al disfrute del cuerpo a través de mandamientos, tablas caídas del cielo y en casos extremos, un ascetismo pleno y el silicio. También así lo entendió la sociedad laica y civilizada, al crear sistemas y espacios para el control pasional. Por un lado los de carácter preventivo, como el destierro, la sagrada familia o las escuelas; o los de tipo punitivo, cuando el desbordamiento fue inevitable como las prisiones y los psiquiátricos.
Lo cierto es que desde tiempos muy antiguos, la pasiones han tenido un límite. No en balde -y tampoco casual-, la base de la gran mayoría de los códigos civiles modernos, postmodenos, post-postmodernos; son las normas religiosas de cada cultura, que hacen hincapié en el recato ante la voluptuosidad deseante.
Los pecados capitales son ejemplo perfecto de ello. Su diferencia con otros pecados a los que somos propensos los hijos de Dios, estriba según Santo Tomás, en que:
Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable, de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados, todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal. […] Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada.”
La historia de estos pecados, que al inicio del cuento eran 8, se remonta al monje Evagrio Póntico (345-399) quien escribió en Sobre los ocho vicios malvados, una lista de ocho vicios o pasiones malvadas (logismoi en griego) fuentes de toda palabra, pensamiento o acto impropio, contra los que sus compañeros debían guardarse. Dichos vicios fuente de otros pecados, estaban divididos en dos grandes categorías:
Cuatro vicios hacia el deseo de posesión:
Gula y ebriedad (Γαστριμαργία, “gastrimargia”), avaricia (Φιλαργυρία, philarguria: "amor hacia el oro"), lujuria (Πορνεία, porneia, lujuria, "amor a la carne"), vanagloria (Κενοδοξία, kenodoxia, "vanagloria, vanidad, egolatría").
Y otro cuatro, que son los vicios irascibles, que -al contrario que los concupiscibles- no son deseos sino carencias, privaciones, frustraciones:
Ira (Ὀργή, orgè: cólera irreflexiva, crueldad, violencia); pereza (Ἀκηδία, acedia: depresión profunda, desesperanza), tristeza (Λύπη, Lúpê, tristeza) y orgullo o soberbia (Ὑπερηφανία, uperèphania). 

Los siete pecados capitales. El Bosco.
  
En el siglo VI, el papa romano San Gregorio Magno (circa 540-604), en su Lib. mor. en Job (XXXI, XVII), revisó los trabajos anteriores para confeccionar una lista propia definitiva reduciendo los vicios a siete, pues consideró, vaya curiosidad y atrevimiento, que la tristeza era una forma de pereza (si usté se siente triste, seguramente es por falta de oficio).
Detengámonos un poco en las dos categorías. La primera, habla de la posesión. Son vicios que apuntan al deseo excesivo de poseer algo, que dentro de los controles sería permisible. Nadie niega el comer, el beber, la necesidad del dinero, las apetencias de la carne, o el amor propio. Pero cuando éstos rebasan cierto límite (¿y quién lo demarca y demarcará?), ya no se trata sólo de una necesidad, sino de un deseo de poseer en desmesura y a cualquier precio.
Los otros pecados en cambio, provienen de nuestras (humanas) carencias y frustraciones: nos enfadamos porque algo nos falta (el despecho como ausencia de reciprocidad del ser amado); nos quedamos arropados en la cama, porque carecemos de oficio o de técnica para hacer algo; nos sentimos melancólicos por la perdida de alguien o algo (como el luto), o nos creemos más por tener menos (como los autoritarios).
De lo que se trata la vida entonces, es de tener la temperancia suficiente para mantener un equilibrio entre la posesión y la carencia. Parece asunto fácil. La historia ha demostrado que no lo es.

II.- El capital del pecado.
Para controlar y penar los pecados, se recurre a la aplicación de su inverso como método de prevención y castigo. Así contra los excesos de la posesión, se establecen normas y códigos que limiten (e incluso supriman) la voluptuosidad. Un ejemplo normativo, las horas establecidas para la comida, rigurosas dentro de la familia, la escuela y también los reclusorios de distinto tipo.
Contra las carencias, se establecen tareas para llenar ese vacío: el trabajo y sus horarios, el ejercicio físico, el tiempo normado del ocio: la normativa del tiempo en general. Caso paradójico el de la ira: pues contra ella, se ejerce la supresión del objeto de nuestra furia. La cárcel, los ancianatos y manicomios de todo tipo, privan a lo social del objeto perturbador (incluyendo nuestra mente, que es anestesiada con fármacos); además de prevenir a lxs Otrxs, de nuestras propias carencias y sus posibles excesos.
Una cinta de moebius que cual serpiente, se muerde la cola: te privo de un exceso, por ende te genero una carencia, y luego privo al mundo de tu posible exceso pecaminoso.

III.- El pecado represor.
Dentro de este sistema de excesos, carencias y privaciones, la cárcel ha sido un ejemplo profusamente estudiado. En el programa de NatGeo El mapa del infierno, con la exuberante conducción de un Danny Trejo muerto, una de las primeras cárceles protestantes de EE.UU. es colocada como un ejemplo perfecto de visión infernal moderna. Hace tiempo que Dante había pasado de moda.
¿Pero qué pasaría, como pasa, si dentro del recinto carcelario coloco en un mismo pabellón, sin distinción de barómetro pecaminoso, a todos aquellos acusados de algún tipo de lujuria? Ese pabellón existe y se le conoce, en la jerga turca como Groom's Block. En el país otonomano, no debe ser poca cosa pasar un tiempillo en este purgatorio. 
 
Groom's Block.
¿Cómo funciona el Groom's Block? Todos los allí recluidos han cometido lujuria. Es decir, y veamos las acepciones: i) pecado producido por los pensamientos excesivos de naturaleza sexual, o un deseo sexual desordenado e incontrolable; ii) compulsión sexual o adicción a las relaciones sexuales; iii) el adulterio y la violación; iv) pensamientos posesivos sobre otra persona; v) un «vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites carnales» o; vi) el «Exceso o demasía en algunas cosas». Al parecer, todos somos lujuriosos en algún momento de nuestras vidas. 

El jardín de las Delicias. El Bosco.
En este recinto, metáfora no sólo de Turquía sino -lamentablemente- del estado de muchas de nuestras sociedades -incluyéndonos-; tenemos a un policía violador, a un retrasado mental (me disculpan la expresión, pero así se representa al personaje en el filme) que no puede contener sus impulsos ante nada; un par de ancianos que ya olvidaron cuándo y porqué llegaron allí, y a nuestro joven protagonista, cuyo pecado fue amar

Groom's Block.
Obvio que los pederastas no se mantienen ni en pie, ni en vida. Hasta los pecadores más abyectos, tienen moral.

Groom's Block.
Se impone en dicho bloque, una ley interna de esclavitud según un sistema de castas, amparado por el director, donde un pran proveniente de Homicidios y puesto allí para imponer orden, ejerce la subyugación de las almas que ejercieron el exceso de posesión (ahora almas que él posee, gracias a la soberbia, otro pecadillo común). La carencia entonces, es la del orden cerrado. Una carencia ejercida a través de trabajos forzados (combatir la pereza, evitar la ira, etc), de la humillación constante (para evitar la soberbia), la violación rapaz (para ahuyentar el deseo carnal y más bien sentir temor ante el contacto físico con el otro); y otro sin fin más de mecanismos en nada diferentes a los practicados, con más civilidad, en las afueras del Bloque y también de la cárcel.
¿Qué diferencia entonces, a quienes ejercen los roles: atacantes y sus víctimas, inocentes y culpables, autoridades y sus sujetos de dominio? Incluso, los parientes que vienen de visita a descargar su ira por el bochorno provocado por la lujuria expuesta y la marca en la frente que todos cargarán a cuestas; y el resto de la ciudad más allá de los muros, que con su silencio cómplice y la condena que hacen, preservan el sistema? 

IV.- El pecado represado
Se reprime el deseo de posesión del Otro, con la impostura de una carencia. La lujuria, se controla con la ira. La ira, se controla con lujuria, avaricia y vanagloria. El sistema ha creado un método de control, que nada tiene que enviarle al purgatorio: la eterna repetición de los actos, del arco infinito de excesos y carencias.
Pero de la ira, debemos cuidarnos Sancho. Desde su primigenia acepción, la ira es un sentimiento no ordenado ni controlado, de odio y enfado; y que se suelen manifestar como una negación vehemente de la verdad -tanto hacia los demás como hacia uno mismo-; impaciencia con los procedimientos de la ley y el deseo de venganza fuera del trabajo del sistema judicial (llevando a hacer justicia por sus propias manos); fanatismo en creencias políticas y religiosas, generalmente deseando hacer mal a otros, y que incluye la intolerancia hacia otrxs por razones de raza, religión u orientación sexual, llevando a la discriminación. Curiosamente, el gran Dante, basándose en que la la ira es el único pecado que no necesariamente se relaciona con el egoísmo y el interés personal (aunque uno puede odiarse y ser irancundamente egoísta), describe a la ira como «un amor pervertido por la justicia y devenido en venganza y resentimiento». 

La ira. Tacinum Sanitatis.
Como vemos, la ira es casi, la mamá de los pecados modernos: genocidios, feminicidios, racismo, fanatismos de todo tipo, y por supuesto, el ejercicio de la lujuria como exceso hacia los otros.
¿Pero cómo combatir una ira desparramada entre reos de distinto tipo (imagine un policía entre lujuriosos; un campesino ante un homicida serial); entre el sistema carcelario y el Groom's Block; entre el director de la cárcel y gobierno local, regional o nacional. Entre los reos, que son parte de tu familia parental o social; y el resto de la sociedad, de la que forman parte aunque se trate de negarlo?

Groom's Block.
V.- Tu pecado y la virtud.
Nos dicen los tratados religiosos, que a cada pecado le corresponde una virtud. Ante la lujuria, la castidad, entendida como el comportamiento voluntario a la moderación y adecuada regulación de placeres y/o relaciones sexuales, ya sea por motivos de religión o sociales. No se confunda con la abstinencia, ni con esos castigos del suplicio, que penan al cuerpo por deseos de la mente. Y ante la ira -ese demonio desatado, la hora loca, el dibujo libre-, la paciencia, actitud digna de sobrellevar cualquier contratiempo y dificultad.
Pero creo que siguiendo las virtudes teologales, a los habitantes del Groom y demás recintos; a los burócratas del aparto estatal controlador (y represor), a la sociedad en general, que juzga según su voluntad y dejar sus humores pútridos en chismorreos, abyecciones, defenestraciones y cargas de culpa sísifas; nos convendría un poco de templanza.
Si bien se receta para los casos de gula, creo que de las virtudes es la más necesaria y lastimosamente, la más escasa. Se entiende por templanza, a la moderación en la atracción de los placeres y la procura del equilibrio en el uso de los bienes creados. Se trata de asegurar el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantener los deseos en los límites de la honestidad

Groom's Block.
Con algo de templanza, no impondríamos carencias ante los excesos; ni excesos institucionalizados ante las carencias. Seríamos moderados, lo que implica un equilibrio entre los polos y por ende, la ruptura de las dicotomías que nos sumergen en el purgatorio. Seríamos honestos, que implica recato, justicia, probidad, rectitud, y la capacidad de ser razonables ante los hechos.
Olvidemos para siempre la misericordia, esa que al final uno siempre tiene por quien creía culpable y resultó inocente y que termina en compasión. La misericordia no es más que (y siguiendo al Diccionario de la RAE): i) un sentimiento que lleva a la compasión; ii) un banquito dispuesto en las iglesias para trampear el tiempo de la liturgia que deberíamos pasar de pie (el disimulo legalizado por la arquitectura y el diseño de interiores, lo que no es más que la hipocresía); y iii) el puñal con el que solían ir armados los caballeros en la Edad Media para dar el golpe de gracia a los enemigos.

Diversas formas de Misericordia. Pieter Brueghel.
Hay mucha puñetera misericordia suelta -con puñales incluidos y banquitos para asistir al circo-; mezclada con ira y el desborde del exceso lujurioso.
Volvamos a la templanza de los primeros tiempos (y lo dice alguien que hace rato dejó de creer en señor que habita lo cielos). Yo me niego, a habitar este Groom's Block. No acepto la opción clásica del sistema, de escoger entre lujuriosos o iracundos. No acepto que al final del juicio final, venga un juez ciego (de ira, de lujuria y sentado en su misericordia) a repartirme su compasión en forma de derechos propios de mi subjetividad; a convertir esa misma subjetividad (tanto la mía personal, como la de nuestro cuerpo social) en una obra de misericordia: una pequeña porción dada en caridad o limosna.
La templanza, como toda virtud, es necesario ejercitarla.

 
Tráiler de Groom's Block

Referencias:
.- Dante Alighieri. La divina comedia. Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2012. Acceso en: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmchh6t0
.- Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, edición Tricentenario: http://dle.rae.es/
.- Sobre los Siete Pecados Capitales: https://es.wikipedia.org/wiki/Pecados_capitales



 


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