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La autonomía del comer. Sobre Candy Bar.

La autonomía del comer. Sobre Candy Bar , el más reciente documental de Alejandra Szeplaki.  Candy Bar , Alejandra Szeplaki, 2018 ...

sábado, 29 de julio de 2017

De la lujuria y la ira: excesos y carencias.

A propósito de Groom's block (Damat Koğuşu, İlker Savaşkurt, Turquía, 2016).


I.- Los pecados capitales.
El asunto de las pasiones humanas, cómo gestionarlas, cómo sentirlas y vivirlas sin exceso; ha sido una constante interrogante de nuestra historia como seres sociales. Cuál es el punto justo, donde cualquiera que sea mi pasión, mi humor (ese pus negro según ciertas tradiciones filosófico-religiosas y luego retomada por la psiquiatría) puede ser ofrecido al otro, sin que esto violente su propia subjetividad.
No siempre pasión y amor son sinónimos. Así lo entendieron las religiones, que impusieron severas restricciones al disfrute del cuerpo a través de mandamientos, tablas caídas del cielo y en casos extremos, un ascetismo pleno y el silicio. También así lo entendió la sociedad laica y civilizada, al crear sistemas y espacios para el control pasional. Por un lado los de carácter preventivo, como el destierro, la sagrada familia o las escuelas; o los de tipo punitivo, cuando el desbordamiento fue inevitable como las prisiones y los psiquiátricos.
Lo cierto es que desde tiempos muy antiguos, la pasiones han tenido un límite. No en balde -y tampoco casual-, la base de la gran mayoría de los códigos civiles modernos, postmodenos, post-postmodernos; son las normas religiosas de cada cultura, que hacen hincapié en el recato ante la voluptuosidad deseante.
Los pecados capitales son ejemplo perfecto de ello. Su diferencia con otros pecados a los que somos propensos los hijos de Dios, estriba según Santo Tomás, en que:
Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable, de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados, todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal. […] Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada.”
La historia de estos pecados, que al inicio del cuento eran 8, se remonta al monje Evagrio Póntico (345-399) quien escribió en Sobre los ocho vicios malvados, una lista de ocho vicios o pasiones malvadas (logismoi en griego) fuentes de toda palabra, pensamiento o acto impropio, contra los que sus compañeros debían guardarse. Dichos vicios fuente de otros pecados, estaban divididos en dos grandes categorías:
Cuatro vicios hacia el deseo de posesión:
Gula y ebriedad (Γαστριμαργία, “gastrimargia”), avaricia (Φιλαργυρία, philarguria: "amor hacia el oro"), lujuria (Πορνεία, porneia, lujuria, "amor a la carne"), vanagloria (Κενοδοξία, kenodoxia, "vanagloria, vanidad, egolatría").
Y otro cuatro, que son los vicios irascibles, que -al contrario que los concupiscibles- no son deseos sino carencias, privaciones, frustraciones:
Ira (Ὀργή, orgè: cólera irreflexiva, crueldad, violencia); pereza (Ἀκηδία, acedia: depresión profunda, desesperanza), tristeza (Λύπη, Lúpê, tristeza) y orgullo o soberbia (Ὑπερηφανία, uperèphania). 

Los siete pecados capitales. El Bosco.
  
En el siglo VI, el papa romano San Gregorio Magno (circa 540-604), en su Lib. mor. en Job (XXXI, XVII), revisó los trabajos anteriores para confeccionar una lista propia definitiva reduciendo los vicios a siete, pues consideró, vaya curiosidad y atrevimiento, que la tristeza era una forma de pereza (si usté se siente triste, seguramente es por falta de oficio).
Detengámonos un poco en las dos categorías. La primera, habla de la posesión. Son vicios que apuntan al deseo excesivo de poseer algo, que dentro de los controles sería permisible. Nadie niega el comer, el beber, la necesidad del dinero, las apetencias de la carne, o el amor propio. Pero cuando éstos rebasan cierto límite (¿y quién lo demarca y demarcará?), ya no se trata sólo de una necesidad, sino de un deseo de poseer en desmesura y a cualquier precio.
Los otros pecados en cambio, provienen de nuestras (humanas) carencias y frustraciones: nos enfadamos porque algo nos falta (el despecho como ausencia de reciprocidad del ser amado); nos quedamos arropados en la cama, porque carecemos de oficio o de técnica para hacer algo; nos sentimos melancólicos por la perdida de alguien o algo (como el luto), o nos creemos más por tener menos (como los autoritarios).
De lo que se trata la vida entonces, es de tener la temperancia suficiente para mantener un equilibrio entre la posesión y la carencia. Parece asunto fácil. La historia ha demostrado que no lo es.

II.- El capital del pecado.
Para controlar y penar los pecados, se recurre a la aplicación de su inverso como método de prevención y castigo. Así contra los excesos de la posesión, se establecen normas y códigos que limiten (e incluso supriman) la voluptuosidad. Un ejemplo normativo, las horas establecidas para la comida, rigurosas dentro de la familia, la escuela y también los reclusorios de distinto tipo.
Contra las carencias, se establecen tareas para llenar ese vacío: el trabajo y sus horarios, el ejercicio físico, el tiempo normado del ocio: la normativa del tiempo en general. Caso paradójico el de la ira: pues contra ella, se ejerce la supresión del objeto de nuestra furia. La cárcel, los ancianatos y manicomios de todo tipo, privan a lo social del objeto perturbador (incluyendo nuestra mente, que es anestesiada con fármacos); además de prevenir a lxs Otrxs, de nuestras propias carencias y sus posibles excesos.
Una cinta de moebius que cual serpiente, se muerde la cola: te privo de un exceso, por ende te genero una carencia, y luego privo al mundo de tu posible exceso pecaminoso.

III.- El pecado represor.
Dentro de este sistema de excesos, carencias y privaciones, la cárcel ha sido un ejemplo profusamente estudiado. En el programa de NatGeo El mapa del infierno, con la exuberante conducción de un Danny Trejo muerto, una de las primeras cárceles protestantes de EE.UU. es colocada como un ejemplo perfecto de visión infernal moderna. Hace tiempo que Dante había pasado de moda.
¿Pero qué pasaría, como pasa, si dentro del recinto carcelario coloco en un mismo pabellón, sin distinción de barómetro pecaminoso, a todos aquellos acusados de algún tipo de lujuria? Ese pabellón existe y se le conoce, en la jerga turca como Groom's Block. En el país otonomano, no debe ser poca cosa pasar un tiempillo en este purgatorio. 
 
Groom's Block.
¿Cómo funciona el Groom's Block? Todos los allí recluidos han cometido lujuria. Es decir, y veamos las acepciones: i) pecado producido por los pensamientos excesivos de naturaleza sexual, o un deseo sexual desordenado e incontrolable; ii) compulsión sexual o adicción a las relaciones sexuales; iii) el adulterio y la violación; iv) pensamientos posesivos sobre otra persona; v) un «vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites carnales» o; vi) el «Exceso o demasía en algunas cosas». Al parecer, todos somos lujuriosos en algún momento de nuestras vidas. 

El jardín de las Delicias. El Bosco.
En este recinto, metáfora no sólo de Turquía sino -lamentablemente- del estado de muchas de nuestras sociedades -incluyéndonos-; tenemos a un policía violador, a un retrasado mental (me disculpan la expresión, pero así se representa al personaje en el filme) que no puede contener sus impulsos ante nada; un par de ancianos que ya olvidaron cuándo y porqué llegaron allí, y a nuestro joven protagonista, cuyo pecado fue amar

Groom's Block.
Obvio que los pederastas no se mantienen ni en pie, ni en vida. Hasta los pecadores más abyectos, tienen moral.

Groom's Block.
Se impone en dicho bloque, una ley interna de esclavitud según un sistema de castas, amparado por el director, donde un pran proveniente de Homicidios y puesto allí para imponer orden, ejerce la subyugación de las almas que ejercieron el exceso de posesión (ahora almas que él posee, gracias a la soberbia, otro pecadillo común). La carencia entonces, es la del orden cerrado. Una carencia ejercida a través de trabajos forzados (combatir la pereza, evitar la ira, etc), de la humillación constante (para evitar la soberbia), la violación rapaz (para ahuyentar el deseo carnal y más bien sentir temor ante el contacto físico con el otro); y otro sin fin más de mecanismos en nada diferentes a los practicados, con más civilidad, en las afueras del Bloque y también de la cárcel.
¿Qué diferencia entonces, a quienes ejercen los roles: atacantes y sus víctimas, inocentes y culpables, autoridades y sus sujetos de dominio? Incluso, los parientes que vienen de visita a descargar su ira por el bochorno provocado por la lujuria expuesta y la marca en la frente que todos cargarán a cuestas; y el resto de la ciudad más allá de los muros, que con su silencio cómplice y la condena que hacen, preservan el sistema? 

IV.- El pecado represado
Se reprime el deseo de posesión del Otro, con la impostura de una carencia. La lujuria, se controla con la ira. La ira, se controla con lujuria, avaricia y vanagloria. El sistema ha creado un método de control, que nada tiene que enviarle al purgatorio: la eterna repetición de los actos, del arco infinito de excesos y carencias.
Pero de la ira, debemos cuidarnos Sancho. Desde su primigenia acepción, la ira es un sentimiento no ordenado ni controlado, de odio y enfado; y que se suelen manifestar como una negación vehemente de la verdad -tanto hacia los demás como hacia uno mismo-; impaciencia con los procedimientos de la ley y el deseo de venganza fuera del trabajo del sistema judicial (llevando a hacer justicia por sus propias manos); fanatismo en creencias políticas y religiosas, generalmente deseando hacer mal a otros, y que incluye la intolerancia hacia otrxs por razones de raza, religión u orientación sexual, llevando a la discriminación. Curiosamente, el gran Dante, basándose en que la la ira es el único pecado que no necesariamente se relaciona con el egoísmo y el interés personal (aunque uno puede odiarse y ser irancundamente egoísta), describe a la ira como «un amor pervertido por la justicia y devenido en venganza y resentimiento». 

La ira. Tacinum Sanitatis.
Como vemos, la ira es casi, la mamá de los pecados modernos: genocidios, feminicidios, racismo, fanatismos de todo tipo, y por supuesto, el ejercicio de la lujuria como exceso hacia los otros.
¿Pero cómo combatir una ira desparramada entre reos de distinto tipo (imagine un policía entre lujuriosos; un campesino ante un homicida serial); entre el sistema carcelario y el Groom's Block; entre el director de la cárcel y gobierno local, regional o nacional. Entre los reos, que son parte de tu familia parental o social; y el resto de la sociedad, de la que forman parte aunque se trate de negarlo?

Groom's Block.
V.- Tu pecado y la virtud.
Nos dicen los tratados religiosos, que a cada pecado le corresponde una virtud. Ante la lujuria, la castidad, entendida como el comportamiento voluntario a la moderación y adecuada regulación de placeres y/o relaciones sexuales, ya sea por motivos de religión o sociales. No se confunda con la abstinencia, ni con esos castigos del suplicio, que penan al cuerpo por deseos de la mente. Y ante la ira -ese demonio desatado, la hora loca, el dibujo libre-, la paciencia, actitud digna de sobrellevar cualquier contratiempo y dificultad.
Pero creo que siguiendo las virtudes teologales, a los habitantes del Groom y demás recintos; a los burócratas del aparto estatal controlador (y represor), a la sociedad en general, que juzga según su voluntad y dejar sus humores pútridos en chismorreos, abyecciones, defenestraciones y cargas de culpa sísifas; nos convendría un poco de templanza.
Si bien se receta para los casos de gula, creo que de las virtudes es la más necesaria y lastimosamente, la más escasa. Se entiende por templanza, a la moderación en la atracción de los placeres y la procura del equilibrio en el uso de los bienes creados. Se trata de asegurar el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantener los deseos en los límites de la honestidad

Groom's Block.
Con algo de templanza, no impondríamos carencias ante los excesos; ni excesos institucionalizados ante las carencias. Seríamos moderados, lo que implica un equilibrio entre los polos y por ende, la ruptura de las dicotomías que nos sumergen en el purgatorio. Seríamos honestos, que implica recato, justicia, probidad, rectitud, y la capacidad de ser razonables ante los hechos.
Olvidemos para siempre la misericordia, esa que al final uno siempre tiene por quien creía culpable y resultó inocente y que termina en compasión. La misericordia no es más que (y siguiendo al Diccionario de la RAE): i) un sentimiento que lleva a la compasión; ii) un banquito dispuesto en las iglesias para trampear el tiempo de la liturgia que deberíamos pasar de pie (el disimulo legalizado por la arquitectura y el diseño de interiores, lo que no es más que la hipocresía); y iii) el puñal con el que solían ir armados los caballeros en la Edad Media para dar el golpe de gracia a los enemigos.

Diversas formas de Misericordia. Pieter Brueghel.
Hay mucha puñetera misericordia suelta -con puñales incluidos y banquitos para asistir al circo-; mezclada con ira y el desborde del exceso lujurioso.
Volvamos a la templanza de los primeros tiempos (y lo dice alguien que hace rato dejó de creer en señor que habita lo cielos). Yo me niego, a habitar este Groom's Block. No acepto la opción clásica del sistema, de escoger entre lujuriosos o iracundos. No acepto que al final del juicio final, venga un juez ciego (de ira, de lujuria y sentado en su misericordia) a repartirme su compasión en forma de derechos propios de mi subjetividad; a convertir esa misma subjetividad (tanto la mía personal, como la de nuestro cuerpo social) en una obra de misericordia: una pequeña porción dada en caridad o limosna.
La templanza, como toda virtud, es necesario ejercitarla.

 
Tráiler de Groom's Block

Referencias:
.- Dante Alighieri. La divina comedia. Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2012. Acceso en: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmchh6t0
.- Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, edición Tricentenario: http://dle.rae.es/
.- Sobre los Siete Pecados Capitales: https://es.wikipedia.org/wiki/Pecados_capitales



 


viernes, 7 de julio de 2017

Poco invierno y mucho fuego: la libertad disfrazada de comunidad.


Winter of fire y Venezuela: un lugar de desencuentros y desencantos.

Some of the images in Evgeny Afineevsky’s Winter on Fire: Ukraine’s Fight for Freedom will be familiar from CNN and social media, and not only because the specific events — the protests in Kiev in early 2014 that drove Ukraine’s President Viktor F. Yanukovych from power — were widely broadcast at the time. They were also part of a pattern. The spectacle of thousands of people gathering in a city square and refusing to leave in spite of state violence, bad weather and internal dissension has become a common sight, in Cairo and Istanbul and in the earlier wave of “color revolutions” in what used to be the Soviet bloc”.
A. O. Scott.

La próxima generación de la Revolución.

Muchos son los medios de comunicación -nacionales e internacionales-, los analistas políticos, los críticos de cine y otras artes, y hasta los mismos protestantes -en especial los jóvenes-; que ven una gran similitud -al punto de hablar de “influencia”- entre la situación actual venezolana y los eventos del invierno ucraniano de 2013-2014. Gran parte de esas comparaciones y de la llamada influencia en los insurgentes, se debe a la popularidad y a las reiteradas proyecciones ahora públicas, del documental de Netflix Winter of Fire, del director ruso Evgeny Afineevsky. 


Como bien dice Scott en su crítica de The New York Times (1), la popularidad y familiaridad de las imágenes del documental, no se deben sólo a la amplia cobertura que los medios occidentales hicieron de la Revolución del EuroMaidán; sino que las mismas, comparten el patrón característico de los media: la espectacularización de eventos similares, donde miles de civiles con el clima en contra, resisten la embestida violenta de lo que se ha llamado un estado forajido. Cambie usted las banderas y tendrá su puesto en las plazas de El Cairo, Estambul, Trípoli y demás.
Y eso está bien. Afineevsky y sus productores no quieren ni pretenden, hacer una investigación política de los hechos. Sólo desean hace propaganda. Un sub-género cinematográfico que tiene sus orígenes en el mismo Edison. Por ello el filme, rellena los vacíos de investigación periodística (que disimula con la breve introducción y con un más exiguo epílogo) con una larga exposición de los sentimientos y motivaciones de los participantes, valiéndose del vívido retrato del terror, el miedo, la desesperación y la epifanía del deseo cumplido de liberación, luego de 93 días. Como dice Scott (2): logrando comunicar estos sentimientos directo al torrente sanguíneo y al sistema nervioso de la audiencia. Y para ello, para lograr ese espectáculo visceral, reflexionar está prohibido.
 
Libertad, igualdad y fraternidad: ¡Viva Europa!
El documental se subtitula “La lucha de Ucrania por la libertad”. Y asume esta causa -la libertad- como causa única y universal. Pero eso es una falacia. No sólo porque desde Platón, el problema de los universales se ha revelado complejo y nada universal (y hasta acá dejamos el lado filosófico de la cuestión); sino porque el reclamo de Maidán, como bien lo explica su nombre más popular, es un problema Euro-Maidán.
Como explica el breve intro, al Yanukovych llegar por segunda vez al poder, traía como promesa electoral el ingreso de Ucrania a la Unión Europea. Pero como todo político, al ocupar su silla viró drásticamente hacia su amigo y fiel escudero Putin y a la (supuestamente) odiada Rusia. Esta traición, este giro hacia el este y no hacia Occidente, es lo que desencadena toda la revuelta. Por lo que poco tiene de lucha por la libertad, y sí mucho sobre a quién le hinca las rodillas el pueblo ucraniano.
Es importante acá, hacer un poco de etimología. En su origen eslavo (Ucrania comenzó su vida como pueblo eslavo, para luego estar bajo el dominio y disputa de polacos, lituanos, mongoles, tártaros, astro-húngaros, alemanes, y rusos entre otros y sin orden cronológico certero) el nombre del país proviene del término krajina, que significa «país» o «territorio fronterizo» (3). Si uno ve el mapa de la zona y repasa las múltiples invasiones y anexiones, las razas que conforman ese gran trozo de tierra y demás aspectos geo-políticos, podrá entender porqué es un país frontera efectivamente. Y podrá entender también, porqué tantos imperios y reinados, querían hacerse de su territorio: el es paso más corto y efectivo, entre lo que solemos llamar Oriente y Occidente.

Ucrania: un territorio fronterizo.

El director olvida adrede este detalle, y sitúa al pueblo ucraniano todo, clamando por la libertad. Una libertad solo alcanzable, solo posible, si se forma parte del bloque europeo. De ahí el nombre de Euro-Maidán, que el documental evita pronunciar (y que en realidad significa en su idioma original -Євромайдан- ‘Europlaza’). Pero tranquilos, las imágenes y testimonios lo delatan.
En la nada improvisada tarima (y una se pregunta todo el tiempo, cuánto de espontáneo tuvo esa toma) un popular artista clama a todo pulmón: “la defensa de los valores europeos de libertad y dignidad”. Algo que confirman las innumerables banderas azules de la UE que flamean sobre todas las carpas apostadas en la Plaza, no casualmente antes llamada de la “Libertad”. 

U(E)crania .

Sin embargo, el documental intenta rescatar cierto patriotismo, aunque el tiro le sale por la culata. Cuando entrevista al encargado de las campanas del Monasterio de San Miguel, quien dobló las mismas para alertar la llegada de los Berkuts (la policía especial del régimen), este joven monástico cuenta que dichas campana no teñían desde 1.240, cuando doblaron para alertar al pueblo de Kiev de la invasión de los tártaros. Vaya paradoja, pues ahora suenan las campanas para sumir al pueblo ucraniano a un nuevo imperio. Queda borrada así, toda la historia de una nación, conformada por cientos de culturas y pueblos, con valores propios, valores como la libertad y la dignidad que tuvieron en 1.240 ante los tártaros.
 
Retórica igualitaria, retórica comunitaria.
Esta igualación de toda una nación bajo un ideal común, también se observa en la retórica de la solidaridad, la igualdad de clases, razas y credos. Uno observa como artistas famosos llevan ropas y enseres, como desde otras ciudades (e incluso desde otras partes de la ciudad, porque al sitiarse en la EuroPlaza, se auto-encierran del mundo) colaboran con alimentos y medicinas, cómo conviven clérigos de las diferentes religiones que hacen vida en la capital, e incluso como las diferencias de edades y hasta de rango militar, parecen borradas en pro de la lucha por Europa (digo, la libertad).
Y en donde hace mayor hincapié el filme, es el carácter civil de la protesta. Sin embargo, acá otra vez, los testimonios trabajan en contra. Poco a poco, con el pasar de los días, muchos militares retirados se unieron a la toma de la Plaza, y comenzaron a organizar a los civiles, como si de soldados de regimiento se tratase. Les enseñaron a defenderse a los morteros (y de ahí el uso de los escudos tan de moda hoy en Venezuela), organizaron brigadas: unas de a pie, otras tipo caballería (los auto-Maidán), otros en centro de comunicaciones, etc. Y hasta planificaron (en ocasiones con poco éxito) las incursiones fuera de la plaza, según las estrategias aprendidas en la academia. Civiles sí, pero bajo un estricto orden militar.

Organización, milicias, milicianos (frente al poder)

Todo esto: la retórica de igualdad, el carácter civil, los toques de patriotismo, etc; no son más que la retórica de la Comunidad Europea. Todas las naciones -borrando su nación pero preservando ciertas costumbres- se agrupan en un solo bloque. Bloque que defiende los intereses comunes (definidos por unos pocos), que tiene su propio brazo armado para la defensa del bloque (que no de las naciones, obviamente). Y que tiene una voz de mando: Alemania. Los demás, pasarán a ser pueblos de segunda o tercera. A Ucrania le queda el lugar de cuarto. Como bien lo dice un prelado de la iglesia, cuando creyendo que su sotana lo libraría de las balas, descubre que así no es: “Que le disparen a civiles; pero ya cuando se le dispara a hombre de iglesia, qué más se puede esperar”. Todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros.
Todo lo anterior, la retórica del espectáculo y la retórica comunitaria, ya son suficientes argumentos para deslindar el Euro-Maidán de la situación que atraviesa Venezuela (y también para deslindar al documental, de su supuesta objetividad basada en las múltiples cámaras y testimonios). Sin embargo, hay un aspecto táctico resaltante y quizá, para los efectos ejemplarizantes que algunos vez en el filme, crucial.
 
Del centro y la periferia: una diferencia crucial.
La resistencia pro-europea de Maidán, fue efectivamente una resistencia. Miles de personas se congregaron en una plaza, en donde se auto-sitiaron en el centro emblemático de la ciudad y crearon barricadas y brigadas para protegerse de los ataques periféricos de los Berkust y luego de los titushki (mercenarios del mundo, unidos). Los llamados “escuderos de la libertad” (en algunos medios “escuderos de la resistencia”), que dicen inspirarse en los euro-maidaneses, están más bien en la periferia y tratando de tomar posesión del centro. Mientras que las (nada inocentes) fuerzas del orden, resisten desde un centro bastante ampliado, a los periféricos escuderos al acecho.
Ambos grupos comparten, huelga decirlo aunque es lamentable, sus propios titushki y también, cosa que el documental omite, sus propios partisanos extremistas. La creencia de que el EuroMadián fue anti-partidos no es del todo cierta (como se deja ver por ciertas banderas "sueltas"), por ciertas acciones “imprecisas” en la noche de los francotiradores (4) y como mejor lo ejemplifica, el presidente Poroshenko y sus alianzas postrevolución (5). 

La protesta y sus banderas.
 
Venezuela no es Ucrania. Pero lo que sí demuestra el documental de Netflix, es que el poder del cine-propaganda está cada día más vigente y no en vano, usa hoy el view on demand y las RRSS como su plataforma de difusión. Medios en donde las priman las emociones y los relatos basados en éstas, más que la reflexión y la investigación que demanda un cine políticamente comprometido.
Se hace necesario, dejar de buscar referentes y relatos fundacionales foráneos, periféricos. Se hace necesario también, (des)aprender a retratarnos: crear nuestras propias imágenes y en especial, nuestro propios discursos.

Notas:
(1) SCOTT , A. O. “Winter on Fire’: The View From the Trenches of a Political Uprising”, en The New York Times, 8/10/2015. Disponible en: https://nyti.ms/1LpGFwy. Acceso: 01/07/2015.
(2) SCOTT , A. O. “Winter on Fire’: The View From the Trenches of a Political Uprising”, en The New York Times, 8/10/2015. Disponible en: https://nyti.ms/1LpGFwy. Acceso: 01/07/2015.
(3) Wikipedia. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Ucrania. Acceso: 06/07/2015.
(4) “Las manifestaciones antigubernamentales fueron aprovechadas por grupos neonazis, que ocuparon edificios en el centro de Kiev, incluyendo el edificio del Ministerio de Justicia, y llegaron a secuestrar a funcionarios públicos”. (Wikipedia, https://es.wikipedia.org/wiki/Ucrania). Acceso: 06/07/2015.
(5) Para conocer otras omisiones nada inocentes del documental, recomendamos leer Marín, Pedro, “Five things Netflix' documentary on Maidan doesn't tell you about Ukraine” en Off guardian, 30/10/2015. En: