Winter of fire
y Venezuela: un lugar de desencuentros y desencantos.
“Some
of the images in Evgeny Afineevsky’s Winter
on Fire: Ukraine’s Fight for Freedom
will be familiar from CNN and social media, and not only because the
specific events — the protests in Kiev in early 2014 that drove
Ukraine’s President Viktor F. Yanukovych from power — were widely
broadcast at the time. They were also part of a pattern. The
spectacle of thousands of people gathering in a city square and
refusing to leave in spite of state violence, bad weather and
internal dissension has become a common sight, in Cairo and Istanbul
and in the earlier wave of “color revolutions” in what used to be
the Soviet bloc”.
A. O.
Scott.
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La próxima generación de la Revolución. |
Muchos son los medios de comunicación
-nacionales e internacionales-, los analistas políticos, los
críticos de cine y otras artes, y hasta los mismos protestantes -en
especial los jóvenes-; que ven una gran similitud -al punto de
hablar de “influencia”- entre la situación actual venezolana y
los eventos del invierno ucraniano de 2013-2014. Gran parte de esas
comparaciones y de la llamada influencia en los insurgentes,
se debe a la popularidad y a las reiteradas proyecciones ahora
públicas, del documental de Netflix Winter
of Fire, del director ruso
Evgeny Afineevsky.
Como bien dice Scott en su crítica de The
New York Times (1), la
popularidad y familiaridad de las imágenes del documental, no se
deben sólo a la amplia cobertura que los medios occidentales
hicieron de la Revolución del EuroMaidán; sino que las mismas,
comparten el patrón característico de los media:
la espectacularización de eventos similares, donde miles de civiles
con el clima en contra, resisten la embestida violenta de lo que se
ha llamado un estado forajido. Cambie usted las banderas y tendrá su
puesto en las plazas de El Cairo, Estambul, Trípoli y demás.
Y eso está bien. Afineevsky y sus
productores no quieren ni pretenden, hacer una investigación
política de los hechos. Sólo desean hace propaganda. Un sub-género
cinematográfico que tiene sus orígenes en el mismo Edison. Por
ello el filme, rellena los vacíos de investigación periodística
(que disimula con la breve introducción y con un más exiguo
epílogo) con una larga exposición de los sentimientos y
motivaciones de los participantes, valiéndose del vívido retrato
del terror, el miedo, la desesperación y la epifanía del deseo
cumplido de liberación, luego de 93 días. Como dice Scott (2):
logrando comunicar estos sentimientos directo al torrente sanguíneo
y al sistema nervioso de la audiencia. Y para ello, para lograr ese
espectáculo visceral, reflexionar está prohibido.
Libertad, igualdad y fraternidad: ¡Viva
Europa!
El documental se subtitula “La lucha de
Ucrania por la libertad”. Y asume esta causa -la libertad- como
causa única y universal. Pero eso es una falacia. No sólo porque
desde Platón, el problema de los universales se ha revelado complejo
y nada universal (y hasta acá dejamos el lado filosófico de la
cuestión); sino porque el reclamo de Maidán, como bien lo explica
su nombre más popular, es un problema Euro-Maidán.
Como explica el breve intro, al
Yanukovych llegar por segunda vez al poder, traía como promesa
electoral el ingreso de Ucrania a la Unión Europea. Pero como todo
político, al ocupar su silla viró drásticamente hacia su amigo y
fiel escudero Putin y a la (supuestamente) odiada Rusia. Esta
traición, este giro hacia el este y no hacia Occidente, es lo que
desencadena toda la revuelta. Por lo que poco tiene de lucha por la
libertad, y sí mucho sobre a quién le hinca las rodillas el pueblo
ucraniano.
Es importante acá, hacer un
poco de etimología. En su origen eslavo (Ucrania comenzó su vida
como pueblo eslavo, para luego estar bajo el dominio y disputa de
polacos, lituanos, mongoles, tártaros, astro-húngaros, alemanes, y
rusos entre otros y sin orden cronológico certero) el nombre del
país proviene del término krajina,
que significa «país» o «territorio fronterizo» (3). Si uno ve el
mapa de la zona y repasa las múltiples invasiones y anexiones, las
razas que conforman ese gran trozo de tierra y demás aspectos
geo-políticos, podrá entender porqué es un país frontera
efectivamente. Y podrá entender también, porqué tantos imperios y
reinados, querían hacerse de su territorio: el es paso más corto y
efectivo, entre lo que solemos llamar Oriente y Occidente.
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Ucrania: un territorio fronterizo. |
El director olvida adrede este
detalle, y sitúa al pueblo ucraniano todo, clamando por la libertad.
Una libertad solo alcanzable, solo posible, si se forma parte del
bloque europeo. De ahí el nombre de Euro-Maidán, que el documental
evita pronunciar (y que en realidad significa en su idioma original
-Євромайдан- ‘Europlaza’). Pero tranquilos, las
imágenes y testimonios lo delatan.
En la nada improvisada tarima
(y una se pregunta todo el tiempo, cuánto de espontáneo tuvo esa
toma) un popular artista clama a todo pulmón: “la defensa de los
valores europeos de libertad y dignidad”. Algo que confirman las
innumerables banderas azules de la UE que flamean sobre todas las
carpas apostadas en la Plaza, no casualmente antes llamada de la
“Libertad”.
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U(E)crania . |
Sin embargo, el documental
intenta rescatar cierto patriotismo, aunque el tiro le sale por la
culata. Cuando entrevista al encargado de las campanas del Monasterio
de San Miguel, quien dobló las mismas para alertar la llegada de los
Berkuts
(la policía especial del régimen), este joven monástico cuenta que
dichas campana no teñían desde 1.240, cuando doblaron para alertar
al pueblo de Kiev de la invasión de los tártaros. Vaya paradoja,
pues ahora suenan las campanas para sumir al pueblo ucraniano a un
nuevo imperio. Queda borrada así, toda la historia de una nación,
conformada por cientos de culturas y pueblos, con valores propios,
valores como la libertad y la dignidad que tuvieron en 1.240 ante los
tártaros.
Retórica igualitaria,
retórica comunitaria.
Esta igualación de toda una
nación bajo un ideal común, también se observa en la retórica de
la solidaridad, la igualdad de clases, razas y credos. Uno observa
como artistas famosos llevan ropas y enseres, como desde otras
ciudades (e incluso desde otras partes de la ciudad, porque al
sitiarse en la EuroPlaza, se auto-encierran del mundo) colaboran con
alimentos y medicinas, cómo conviven clérigos de las diferentes
religiones que hacen vida en la capital, e incluso como las
diferencias de edades y hasta de rango militar, parecen borradas en
pro de la lucha por Europa (digo, la libertad).
Y en donde hace mayor hincapié
el filme, es el carácter civil de la protesta. Sin embargo, acá
otra vez, los testimonios trabajan en contra. Poco a poco, con el
pasar de los días, muchos militares retirados se unieron a la toma
de la Plaza, y comenzaron a organizar a los civiles, como si de
soldados de regimiento se tratase. Les enseñaron a defenderse a los
morteros (y de ahí el uso de los escudos tan de moda hoy en
Venezuela), organizaron brigadas: unas de a pie, otras tipo
caballería (los auto-Maidán), otros en centro de comunicaciones,
etc. Y hasta planificaron (en ocasiones con poco éxito) las
incursiones fuera de la plaza, según las estrategias aprendidas en
la academia. Civiles sí, pero bajo un estricto orden militar.
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Organización, milicias, milicianos (frente al poder) |
Todo esto: la retórica de
igualdad, el carácter civil, los toques de patriotismo, etc; no son
más que la retórica de la Comunidad
Europea. Todas las naciones -borrando su nación pero preservando
ciertas costumbres-
se agrupan en un solo bloque. Bloque que defiende los intereses
comunes (definidos por unos pocos), que tiene su propio brazo armado
para la defensa del bloque (que no de las naciones, obviamente). Y
que tiene una voz de mando: Alemania. Los demás, pasarán a ser
pueblos de segunda o tercera. A Ucrania le queda el lugar de cuarto.
Como bien lo dice un prelado de la iglesia, cuando creyendo que su
sotana lo libraría de las balas, descubre que así no es: “Que le
disparen a civiles; pero ya cuando se le dispara a hombre de iglesia,
qué más se puede esperar”. Todos los animales son iguales, pero
unos son más iguales que otros.
Todo lo anterior, la retórica
del espectáculo y la retórica comunitaria, ya son suficientes
argumentos para deslindar el Euro-Maidán de la situación que
atraviesa Venezuela (y también para deslindar al documental, de su
supuesta objetividad basada en las múltiples cámaras y
testimonios). Sin embargo, hay un aspecto táctico resaltante y
quizá, para los efectos ejemplarizantes que algunos vez en el filme,
crucial.
Del centro y la periferia:
una diferencia crucial.
La resistencia pro-europea de
Maidán, fue efectivamente una resistencia. Miles de personas se
congregaron en una plaza, en donde se auto-sitiaron en el centro
emblemático de la ciudad y crearon barricadas y brigadas para
protegerse de los ataques periféricos de los Berkust
y luego de los titushki
(mercenarios del mundo, unidos). Los llamados “escuderos de la
libertad” (en algunos medios “escuderos de la resistencia”),
que dicen inspirarse en los euro-maidaneses, están más bien en la
periferia y tratando de tomar posesión del centro. Mientras que las
(nada inocentes) fuerzas del orden, resisten desde un centro bastante
ampliado, a los periféricos escuderos al acecho.
Ambos grupos comparten, huelga
decirlo aunque es lamentable, sus propios titushki
y también, cosa que el documental omite, sus propios partisanos
extremistas. La creencia de que el EuroMadián fue anti-partidos no es del todo cierta (como se deja ver por ciertas banderas "sueltas"), por ciertas acciones “imprecisas” en la
noche de los francotiradores (4) y como mejor lo ejemplifica, el
presidente Poroshenko y sus alianzas postrevolución (5).
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La protesta y sus banderas. |
Venezuela no es Ucrania. Pero
lo que sí demuestra el documental de Netflix, es que el poder del
cine-propaganda está cada día más vigente y no en vano, usa hoy el
view on
demand y las
RRSS como su plataforma de difusión. Medios en donde las priman las
emociones y los relatos basados en éstas, más que la reflexión y
la investigación que demanda un cine políticamente comprometido.
Se hace necesario, dejar de
buscar referentes y relatos fundacionales foráneos, periféricos. Se
hace necesario también, (des)aprender a retratarnos: crear nuestras
propias imágenes y en especial, nuestro propios discursos.
Notas:
(1) SCOTT , A. O. “Winter on Fire’: The
View From the Trenches of a Political Uprising”, en The
New York Times, 8/10/2015.
Disponible en: https://nyti.ms/1LpGFwy.
Acceso: 01/07/2015.
(2) SCOTT , A. O. “Winter on Fire’: The
View From the Trenches of a Political Uprising”, en The
New York Times, 8/10/2015.
Disponible en: https://nyti.ms/1LpGFwy.
Acceso: 01/07/2015.
(4) “Las manifestaciones
antigubernamentales fueron aprovechadas por grupos neonazis, que
ocuparon edificios en el centro de Kiev, incluyendo el edificio del
Ministerio de Justicia, y llegaron a secuestrar a funcionarios
públicos”. (Wikipedia,
https://es.wikipedia.org/wiki/Ucrania).
Acceso: 06/07/2015.
(5) Para conocer otras omisiones nada
inocentes del documental, recomendamos leer Marín, Pedro, “Five
things Netflix' documentary on Maidan doesn't tell you about Ukraine”
en Off guardian,
30/10/2015. En:
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