Entrada destacada

La autonomía del comer. Sobre Candy Bar.

La autonomía del comer. Sobre Candy Bar , el más reciente documental de Alejandra Szeplaki.  Candy Bar , Alejandra Szeplaki, 2018 ...

viernes, 29 de mayo de 2015

Creer o no creer, esa es la cuestión.

Sobre héroes crédulos o creyentes.

I.-  Ser o no ser héroe: el eterno dilema
Se dice de crédul@ (siempre siguiendo al DRAE): aquel que “cree ligera o fácilmente”.  Visto así, se tiene creencia fácil del Capitán América, Superman, la Mujer Maravilla, Spiderman, Batman y sus archienemigos (porque también se es crédul@ del mal) y demás estrellas de Marvel y DC Comics, por decir lo menos. Y se dice de creyente, aquel que “cree, especialmente el que profesa determinada fe religiosa”. Es decir, que por estos lares de Río Grande pa’ bajo, le ponemos velitas y le pedimos milagros, desde al Santo (y su nombre no es coincidencia) hasta al Chapulín Colorado; pasando por Bolívar, quien no falta en altar alguno que se respete. 
Pero si bien un@ creció con el Chavo del 8, también es cierto que en nuestra infancia nos acompañaron el Llanero Solitario, el Zorro y Batman; por citar algunos que se colaban en la programación local de nuestra TV de aquellos años.

Y de pana que por acá somos bien creyentes, porque nuestros héroes (exceptuando quizá a los épicos), son gordinflones, bajitos, algo torpes y sin grandes poderes especiales ni estelares. A diferencia de muchos de los héroes norteños, que o son producto de errores de la ciencia como Hulk, picados de bichos como el Hombre Araña; o como los X-Men, hijos de la mutación genética (tan diferentes estos mutantes de los de Alex de la Iglesia, quienes vienen a acabar con el “imperio de los pijos y las marujas”); o como aquellos que provienen de otras galaxias (que siempre son superiores a nosotros, humanos al fin), como Super Man o el siempre adorado Sr. Spok.

Pero de que se cree, se cree. No lo pongamos en duda. El nivel de fe que se le ponga al objeto de la creencia, depende de cada quien. Y en eso priva el libre albedrío y la cantidad de ron que un@ le coloque al santo.

II.- ¿Y ahora, quién podrá defenderme?
Ahora bien, nos toca preguntarnos entonces, qué tiene de creyente un súper héroe crédulo, con esto del boom de directores latinoamericanos que hacen carrera en la Meca del cine, y cuyo cenit llegó este año, con los Óscares recibidos por el mexi team dirigido por González Iñárratu, y que justamente trataba de la vida de un súper actor que encarnó a un súper héroe, ahora venido(s) a menos, y en donde el súper héroe sí que era un creyente, atormentando a un poco crédulo actor (Birdman).

Pero yo me pregunto, si el preguntarnos qué tiene de “latino” Hellboy, no es lo mismo que preguntarse qué tienen de “asiáticos” Hulk, o los súper chicos de Fast & Furious, al menos en sus tres últimas versiones.  Revisemos.

Hulk (en su primera entrega, 2003) la dirigió el taiwanés Ang Lee. 

El gigante verde, al ataque

Basada en el personaje de Marvel creado por Stan Lee y en el cómic original de Jack Kirby; el guión surge de una historia de James Schamus y está escrito por John Turman, Michael France y el propio Schamus. Fast Five (2011) y Furious Six (2013) las dirigió Justin Lin, nacido en Taipei bajo el nombre de Yipin Lin; y están escritas por Chris Morgan y Gary Scott Thompson (creador de los personajes). Vale acotar que el Sr. Lin se echó al hombro en 2006, The Fast and the Furious: Tokyo Drift, con la pluma del mismo Morgan, y con un cast de jovencitos amantes de la velocidad. Furious Seven (2015), escrita por el mismo dúo, fue dirigida por el malayo James Wan. Lo mismo podría un@ preguntarse de John Woo, nacido en China y criado en Hong Kong, desde que hizo su debut en Hollywood con Hard Target (1993), protagonizada por Jean Claude Van Danme y escrita por el estadounidense Chuck Pfarrer. Y al que le debemos la joya de Mission Impossible II (2006), que en su tema mucho recuerda al juego del doble tan trabajado por él en sus obras asiáticas; y que ya había abordado anteriormente en Face/Off (1997).

Retornemos a nuestras tierras para seguir analizando el fenómeno. Hellboy (2004) y su secuela Hellboy II: The golden Army (2008) (y Hellboy III que al menos ya está anunciada); están todas basadas en el cómic de Mike Mignola, y escritas por el propio del Toro, junto con Meter Briggs (la primera) y Mignola (la segunda). 

Y ahora, el gigante rojo...

Ya antes de meterse con el diablo, se había encargado de cazar vampiros en la segunda entrega de Blade (Blade II, 2002), escrita por David S. Goyer y basada en los personajes creados por Marv Wolfman y Gene Colan. Más tarde, entre la primera y segunda entrega del niño diabólico, del Toro ya nos había regalado otro héroe, en este caso heroína, con El laberinto del Fauno (2006), en coproducción con España. Y para que  no queden dudas de lo creyente que es, figura en los créditos como coguionista de The Hobbit: An Unexpected Journey (2012), The Hobbit: The Desolation of Smaug (2013) y The Hobbit: The Battle of the Five Armies (2014), todas dirigidas por  Peter Jackson. En el camino de Tolkin, también le metió el cuerpo como director y guionista a la casi olvidada Pacific Rim (2013), donde comparte la pluma con Travis Beacham, autor de la idea original.

Su compatriota Alfonso Cuarón, sabe también de grande héroes, sino vean lo que es entrompar a Harry Potter and the Prisoner of Azkaban (2004), escrita por Steve Kloves y basada en los bestsellers de J.K. Rowling. 

El niño mágico y su varita

Él ya había pisado Hollywood con Great Expectations (1998), basada en una novela de Charles Dickens y escrita por Mitch Glazer. De su puño y letra, y en compañía de Jonás Cuarón, dirigió Gravity (2013), sin mucho súper héroe que se diga.

Para no quedarnos sólo en tierra de Pancho Villa, el brasilero Fernando Meirelles, famoso por Cidade de Deus (junto a Kátia Lund, en 2002), se embarcó en difícil tarea de dirigir Ensayo sobre la ceguera de Saramago (otro creyente, este sí de los más fervorosos), en Blindness (2008), cuya adaptación estuvo a cargo de Don McKellar; y que para no dejarlo sin el toque latino, incluyó a Gael García Bernal en el reparto como el malo de la partida. 

La ceguera, no nos exime de la maldad.

Para terminar con esta corta lista, no nos puede faltar Robert Rodríguez, quien si bien nació en Texas, es descendiente de mexicanos (como la propia tierra tejana).  La lista de este director en cuento a héroes (o antihéroes más bien), es larga. Su historia comienza en 1992, cuando con El mariachi salta a la fama. Si bien toda la peli está protagonizada por actores mexicanos, como también mexicanos son los integrantes del cuerpo técnico, la peli firma como factura estadounidense. Detalles del financiamiento. Aprovechando el golpe de gracia que le deparó la taquilla de este filme de tan bajo presupuesto, nos entregó en 1995 Desperado y luego en 2003, Once Upon a Time in Mexico, ambas continuaciones del héroe de la guitarra en mano, con Antonio Banderas a la cabeza del reparto y vale acotar, todas salidas de su puño y letra. No hay que negarle al Sr. Rodríguez, que en su lista hay héroes de todo tipo: niños espías en SpyKids; caza vampiros, junto a su pana Tarantino (autor del guión) en From Dusk Till Dawn (1996); hasta llegar a Sin City (2005) y su secuela Sin City: A Dame to Kill For (2014), ambas codirigidas con Frank Miller, creador del cómic y guionista. Para no perder la costumbre del kitsch mexicano, el tejano nos regaló Machete (2010) con Dany Trejo cortándole la cabeza a quien se le atraviese y codirigida por  Ethan Maniquís; a la que siguió Machete Kills (2013), dirigida en solitario, pero ya escrita por Kyle Ward, basada en su propia historia junto a Marcel Rodríguez.  

Cuidado, el mexi va con todo

Y para que no termine la masacre ahí, está anunciada Machete Kills in Space, supuestamente con Alexa Pena Vega, Mel Gibson y hasta Lady Gaga. Dios nos agarre confesados en Marte.

III.-  No contaban con mi astucia
Analizando la lista, no podemos negar que los “del otro lado” (del charco, del río, beyond the border) se han hecho de grandes héroes. Se podría afirmar incluso, con osadía propia de creyente, que se han apoderado de ídolos casi mitológicos de la cultura gringa y universal: Tolkien, Dikens, Rawling, Marvel y etc. Pero cuánto de suyos, de propios, de nuestros, tienen esos personajes. Citemos acá para aclarar nuestra argumentación, a un creyente formado y afamado en tierra de crédulos, Benicio del Toro. El actor nos dice: “El problema es que al latino lo van a invitar a hacer de latino, y el que escribe los libretos seguramente no lo es. Entonces serás narcotraficante, maletero, no sé… Porque esa es la pregunta verdadera: ¿Cuántos escritores latinos están en la industria, haciendo historias que le interese contar a Hollywood?” (En: Cuba Debate: “Benicio del Toro: “El show solo me gusta cuando estoy trabajando”. Por: Michel Contreras. 6 de mayo de 2015).

Un policía malo, pero incorruptible

El intérprete se lo pregunta a su entrevistador, de cara a los papeles que le ha tocado desempeñar en Hollywood, y donde destacan Javier Rodríguez en Traffic (2000) de Steven Soderbergh y con el que se alzó al Óscar, el Golden Globe y los Bafta a Mejor Actor de Reparto y a Mejor Actor en Berlín; el mítico héroe de la revolución cubana en Che (2008) de nuevo con Soderbergh y que le valió la estatuilla de Mejor Actor en Cannes; y el verdadero antihéroe latino en Escobar: Paradise Lost (2014, Andrea Di Stefano), entre muchos otros papeles y premios y nominaciones.

De nuestra lista, casi todos los guiones no son de los directores latinos. En los casos en que sí, como el ejemplo de Guillermo del Toro, los personajes y las historias, tienen su raíz más bien la llamada mid cult norteamericana. Y en el caso más extremo de Rodríguez, lo hecho por él, ha sido llevar la estética mexicana a su estado más hiper realista, borde con el kitsch; junto a una estructura narrativa y unos personajes, sacados del molde del héroe del cómic.

La angustia existencial que sufre Riggan (Michael Keaton) en Birdman: Or (The Unexpected Virtue of Ignorance) (2014), es quizá la clave para entender la representación del héroe clásico, sea de la mano de un crédulo o de un creyente. Del héroe se espera todo: desde rescatar a una damisela en peligro, hasta salvar al mundo de invasiones extraterrestres, o de castigos divinos. Y al héroe se le pide también, para acercarlo más a un@, sentir que algo compartimos con él (ella) y que él (ella) comparte algo con nosotros; que tenga dudas, flaquezas, momentos de encrucijada en los que deba decidir entre su deseo personal y su misión universal. Por eso la sombra del personaje heroico que persigue a Riggan y no lo deja en paz. Porque nosotros los espectadores, tampoco lo dejamos en paz. No en balde nos gusta tanto que las aventuras de nuestros héroes, tengan sagas y más sagas… el mito del eterno retorno.  Porque a fin de cuentas, esos cuentos no son más que “el viaje del héroe”. Esa estructura dramática que todo alumno de cine debe leer, aprenderse de memoria y aplicar, si quiere que su estructura y su personaje cumpla. Son nada más y nada menos que “Los 12 pasos”, como la tablilla redentora de AA.

Qué le aportan pues estos directores/escritores a los héroes de Hollywood. Su talento, que lo tienen de sobra. Pero no pequemos de ingenuos buscándole la estampita de la Guadalupe a Hellboy, ni pretendiendo que Hulk sepa jugar dominó chino. Porque de ser así, pecaríamos como muchos crédulos, que para situarnos en la Miami donde habita el malo cubano en cuestión, musicalizan con Control Machete la escena (estoy citando a más un capítulo de CSI: Miami).

Porque digámoslo de una vez por todas y con todas sus letras: los héroes son universales. De ahí su larga vida y la fascinación que producen. Están presentes en todos los relatos fundacionales de todas las civilizaciones y en prácticamente toda religión o creencia. Son mitológicos, en su sentido funcional y estético.

Lo interesante y lo genial de una mirada sobre el héroe (o la heroína, tan olvidada por Hollywood, porque aún esperamos por la Mujer Maravilla o la saga solitaria de las X-Women; pues eso sí que te tiene la heroicidad, es machista), es el guiño que sobre él se pueda hacer. Como poner al ex Batman (Tim Burton, 1989) a caminar por NYC en interiores; 

Así se ve el super héroe, sin su disfraz

a un agente de la CIA batiéndose a duelo en el norte mexicano, ciego y casi mocho; 

A los de la CIA, también les va mal

arrancarle la cara de niño bonito a Tom Cruise, para regalársela al malo de la partida; 

Bye, bye, baby face

o para cerrar con broche de oro: sentar a Hellboy junto a Abe y al frío de una cerveza, para que nos dé como serenata “I can’t smile without you” de Barry Manilow. 


Porque eso sí, un@ sin héroes, realmente no puede sonreír.

Bibliografía
Diccionario de la Real Academia Española. Edición Nº 24. En: www.rae.es
Michel Contreras, “Benicio del Toro: “El show solo me gusta cuando estoy trabajando”, en: Cuba Debate, 6 de mayo de 2015. En: http://www.cubadebate.cu/especiales/2015/05/06/benicio-del-toro-el-show-solo-me-gusta-cuando-estoy-trabajando/#.VVYZ6VVVikq



Publicado originalmente en www.tragacine.con, el 20 de mayo de 2015.

No hay comentarios:

Publicar un comentario