Patricia
Kaiser
Diccionario de la Real
Academia Española.
Partiendo de la definición anterior, nos
preguntamos: ¿qué pasa cuando un juguete ya no entretiene a un niño? Si
entretiene a un adulto, ¿sigue siendo juguete? ¿Y si ya no entretiene a nadie,
qué es?, ¿objeto decorativo? De niño uno no se hace estas preguntas, porque
asume al juguete como tal. De adulto mucho menos, porque uno ya no juega con
juguetes (¿esto es cierto?). Pero qué pasa en ese momento de transición donde
se pasa de niño a adulto, el momento exacto cuando los juguetes se mudan de su
caja al estante decorativo, o peor aún, al ático de la dulce espera de un
futuro mejor. Para Woody, Buzz, Jessie, el señor y la señora Papa, Rex, y Hamm, esta
pregunta es fundamental.
Han pasado 15 años y Andy debe partir a la
universidad. Su madre lo obliga entonces, a decidir qué hacer con sus juguetes.
¿Se los lleva, los guarda en el ático o los regala a una guardería? Por errores
del destino, a excepción de Woody, privilegiado que lo acompañará en sus
estudios, los demás juguetes van a dar a la basura. Luego de un rescate de
primer minuto (ya habrá tiempo para el de último), herido en su fuero interno,
el grupete decide asilarse en la caja que parte rumbo a la guardería. Después
de todo es mejor estar en manos de niños, que morir en la basura.
La disyuntiva de Andy, ¿se quedan o se van? |
Woody intenta convencerlos del error, pero es
mayor la tristeza de sentirse abandonados y traicionados, que la razón de las
palabras de su líder. Los que no sospechan nuestros protagonistas, es que no todo niño es un ángel. No, no, no.
La guardería es un infierno. Esos niños son unos salvajes que lanzan, rayan,
destrozan y desarman a cuanto objeto se les pasa por las manos. Pero eso sería
poco, si detrás de todo este régimen de terror, no estuviera Lostso, un Teddy
Bear con olor y color de lavanda, que esclaviza a todos los juguetes, por una
razón no de poco peso: fue un juguete abandonado. Bingo!
Por culpa de un error (no saben los padres la
cantidad de errores que comenten con los niños y sus juguetes), Lotso, un osito querido (no sin cierto parecido con Damian y Regan) y Smiley (un payaso que ya
no sonríe), son abandonados por su dueña y desde entonces el rencor en Lotso es
tal, que descarga su ira contra sus iguales. Para él, ser juguete ya no tiene
sentido, pues los niños siempre los abandonan. Así que se instala en la
guardería, donde “siempre habrá un niño que juegue con nosotros”.
La tiranía de Lotso. |
Pero nuestros héroes no creen en tal
sentencia, y de la mano de Wody (quien se devuelve a rescatarlos en lo que será
su primer sacrificio), se proponen escapar de la prisión de la guardería. Y
para ello, luego de sortear una serie de inconvenientes y desenmascarar la
verdad de Lotso, el único camino a casa es justamente el vertedero de basura.
Este paralelismo entre la primera vez que caen en la basura y lo que ello
produce en sus corazones, y esta nueva decisión de, a partir de la basura,
volver a casa junto a Andy, no deja de tener interés. El sentido (o no) de la
vida, parece estar entre los escombros.
Enfrentando la muerte en el incinerador. |
Como se desprende, la premisa de esta peli no
es poca cosa. Ontología de la clásica: la pregunta por el ser y sus propiedades
trascendentales. Pero además, la cuestión no se queda en mera retórica
abstracta. Esta pregunta y sus respuestas, generan consecuencias que se
transforman en acciones. Esto le imprime un ritmo dramático, divertido y sobre
todo conmovedor a la narración.
En el último segmento, Woody debe sobreponer
su egoísmo para decidir entre un destino de elegido y la felicidad grupal (de
la misma manera que lo hace Andy). Porque en Toy Story 3 además, se sanciona a aquel que
por sobre las decisiones del grupo, opta por el individualismo.
Woody, al rescate! |
A todo esto se le suma humor, calidad
técnica, una excelente dirección y unos grandes personajes que encarnan grandes
dilemas. Después de todo, siempre nos estamos preguntando por el sentido de la
vida. ¿Por qué Woody, Buzz, Jessie, el señor y la señora Papa, Rex, Hamm y demás, no
pueden tener eso derecho también?. ¿O es que acaso los niños no pueden entender
Bergman?
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