Donde la palabra carece de sentido
Desde allá, Lorenzo Vigas, Venezuela-México, 2015.
Patricia Kaiser.
Del
cine tradicional se apoderó un terror al vacío: que no ocurra nada
frente a cámara, que nadie hable en escena. Abundan los filmes
parlanchines y de acción. Personajes acontecidos que hablan mucho sobre
lo que les acontece. Estamos tan ansiosos de “contar(nos)”; que
pareciera que hemos olvidado que el cine es la extraña pero fantástica
unión, de imágenes y sonido. Lo que no implica, siempre y porque sí,
acciones y palabras.
Pero existe otro cine. Uno poblado de seres a
los que poco les pasa y que han perdido la capacidad de expresarse. Un
cine donde la palabra carece de sentido, pues es sólo comentario; donde
nuestras acciones no impactan, más allá de nuestra desvanecida
subjetividad. Ese cine observa con distancia a sus personajes,
imposibilitado de penetrar en sus pensamientos y nos muestra un mundo
desolado. Por eso es un cine que no le teme al vacío: al vacío del
espacio, donde nada se acciona; ni al vacío que produce el silencio. Es
un cine desolado, deshabitado. Como son las ciudades, cuando las
observamos con detenimiento.
En
ese otro cine se inscribe el filme de Vigas. Una cotidiana historia
entre un hombre solterón, incapaz de relacionarse con el exterior más
allá de la contemplación; y un joven deseoso de ser visto y quizá hasta
de ser amado. Y desde esa contemplación de su protagonista, Vigas
construye el relato con base en ausencias. Una cámara casi siempre
frontal y fija, que rehuye del primer plano; diálogos mínimos, como si
no hubiese la posibilidad de explicar nada; ausencia del personaje en
cuadro, dejándonos en el espacio que una vez ocupó; falta total de
música extradiegética y un uso parco de los recursos de montaje: corte
franco y directo. Esta parquedad también tiene su expresión en la
narración. Poco sabemos del pasado de Armando y Elder; y nada importan
sus futuros. Asistimos tan sólo a los pocos momentos del (des)encuentro
entre ambos. Es, como su título indica, una mirada desde allá.
Desde las afueras de la acción; afuera de los personajes que poco
hacen, porque dejan que la vida les haga; más allá de las palabras, que
han perdido sentido.
Pero contradictoriamente, la poca intervención del director, que está situado allá y desde allá
es que mira a esos seres, a esa ciudad, y a esa extraña forma de
relacionarnos que algunos seres tenemos; se hace una intervención
potente, una presencia constante, como el mirón que está detrás de la
puerta, aunque nosotros no lo sepamos. Mientras sus personajes
desaparecen y cumplen el sueño de varios personajes literarios; Vigas le
grita al espectador: “Aquí estoy”, “Soy el mirón que todos quieren
ser”. “Soy el escritor que se esconde detrás de Bernardo Soares, Rosario
Girondo, o el desnombrado K”.
Sin embargo, una se
alegra de ver propuestas como ésta, arriesgadas. Pero también se
preocupa al ver que la fórmula se repite cada vez más. Y así como
estamos saturados de los manidos códigos del cine tradicional; quizá
pronto se nos haga cansino ver como este otro cine va repitiéndose, más
allá de sus autores y procedencias.
Nota al pie.
No me dejan de asombrar, los títulos internacionales del filme: Caracas, eine Liebe (Caracas, un amor en alemán), o Les amants de Caracas (Los amantes de Caracas en francés), o Ti Guardo (Te miro en italiano, quizá el más cercano al título original).
No
porque la historia no tenga un “amor” entre sus redes; o porque no esté
presente la relación homosexual entre los protagonistas; sino más bien,
por la comercialización internacional que de nuestras obras premiadas
en los últimos años se ha hecho. Cuando veo estos títulos y recuerdo que
Azul y no tan rosa (Miguel Ferrari) se llama en inglés My straight son
(Mi hijo heterosexual, algo que contradice totalmente lo que para esta
servidora es el espíritu del filme); me entra una urticaria al pensar
que desde allá anden pensando, que “al fin” hemos salido del clóset de
la moralidad y las moralinas. Cuando nuestra cinematografía, con
excepciones que siempre confirmarán la regla, ha abordado éste y otros
temas, con honestidad y un alma descarnada. Como homenaje, sólo voy a
citar a Walerstein.
Ficha técnica.
Desde allá, Lorenzo Vigas, Venezuela-México, 2015.
Guión:
Lorenzo Vigas; basado en una historia de Lorenzo Vigas y Guillermo
Arriaga; Producción Ejecutiva: Edgar Ramírez, Gabriel Ripstein;
Producción: Lorenzo Vigas, Guillermo Arriaga, Rodolfo Cova, Michel
Franco; Dirección de Fotografía: Sergio Armstrong; Edición: Isabela
Monteiro de Castro; Actúan: Alfredo Castro y Luis Silva.
Sobre el director.
Vigas
nació en Mérida (Venenzuela) en 1967. Es hijo del pinto pintor Oswaldo
Vigas. Se graduó de biología molecular en los Estados Unidos, y fue solo
cuando iba a cumplir 30 años que decidió estudiar cine en la
Universidad de Nueva York. Trabajó en Bolívar Films, Cinesa y en México;
haciendo documentales y cuñas de publicidad, hasta que dirigió su
primer corto Los elefantes nunca olvidan, que fue presentado en Cannes en 2004. También dirigió el documental El Vendedor de Orquídeas, aún por estrenar.
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